ESPACIO KATHARSIS

Bosque encantado, santuario virtual, un espacio donde interpreto los misterios del Universo, leyendo a través de las estrellas y profundidades de la emoción.

Nadie sabe más de ti que tú.

No necesitamos piedras mágicas, ni cartas de tarot.
Solo escuchar. Observar. Sentir.
Afinar la intuición y seguir el rastro de la satisfacción.

Claro, suena fácil. Pero vivir así, auténticamente, requiere deshacer años de condicionamientos.
Porque aceptar que todo lo que nos pasó tuvo un propósito más grande que lo que nuestra mente puede comprender… duele. Hace ruido. Sacude.

Últimamente observo el mundo con más detalle. Siempre lo hice, pero ahora lo hago desde otra perspectiva: quizás la espiritual. Veo dos caminos, como si el mundo se estuviera dividiendo. Nos acercamos al famoso 2027 y a la profecía de Alan – el señor que nos trajo al mundo el sistema de Diseño Humano – que habla de una nueva frecuencia en la Tierra. Y aunque ese proceso lleva tiempo gestándose, hoy lo percibo con claridad.

La sociedad ya empieza a aprender a aceptar la individualidad. Lo noto, incluso en el colegio de mis hijos. Hace poco un padre lamentaba que los niños ya no saben trabajar en equipo. Y yo me pregunto:
¿Y saben trabajar consigo mismos?
¿O simplemente repiten los mismos condicionamientos, pero ahora a nivel más individual?

Lo mismo ocurre con herramientas como la astrología o el diseño humano. Las amo. Me han dado dirección, impulso, sentido. Pero también pueden convertirse en condicionamiento. Hay quienes transmiten desde su propia experiencia, y eso inspira. Sin embargo, ¿qué pasa si ese “experimento” deja de ser tuyo y empieza a moldear el de otros?

Porque al final, no son oráculos perfectos.
Son mapas, arquetipos, símbolos. Nos ayudan a recordar, sí. Pero siempre están filtrados por la interpretación. Y nadie interpreta desde el mismo lugar.

La numerología también me fascina: esa vibración concreta de los números, esa base común que nos une. Pero incluso ahí, la interpretación se puede desviar. Un número tiene esencia, polaridad, una manera de vibrar en relación a los demás. Y aun así, nadie sabe más de ti que tú. Nadie.
Nadie tiene poder sobre tu vida, salvo tú.

El otro día escuché a Jenna Zoe decir algo que me atravesó:
“Lo más difícil es aceptar que todo lo que nos pasa es parte de nuestro camino divino”.

Como humanos, nos cuesta asumirlo. Pero yo también lo creo. Creo en la sincronía, en los momentos precisos, en los mensajes del alma. Y cada vez estoy más convencida de que nuestro mayor desafío no es entender, sino recordar.

Recordar quiénes fuimos de niños.
Probar, experimentar, discernir qué sí y qué no.
Confiar en la intuición.
En el corazón.
No en la cabeza.

Quizás se trate de esto:
dejar de buscar respuestas afuera, y empezar a escucharnos adentro.
El mundo cambia, las profecías se cumplen o no.
Pero lo esencial sigue siendo lo mismo:
conocernos, una y otra vez, hasta reconocernos.

Con amor,
Karol <3

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